Agradecemos al todo poderoso que la haya conservado por más de ocho décadas y que le dé muchísimos años más de vida.
A mi madre sus hijos le agradecemos todo: concebirnos, llevarnos en su vientre, traernos a este mundo en un ambiente cristiano, en el cual permanece, apoyarnos en todo, porque con su ejemplo ha criado hombres y mujeres de bien.
De ella también aprendimos a practicar el bien, a servir y ayudar a los demás, a practicar la solidaridad, principalmente compartiendo el pan y todo lo que en la vida recibimos por la bondad inmensa de Dios.
Madre querida, madre buena ¡felicidades!
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